Cuando
Martínez de Hoz, a comienzos de abril de 1976,
anunciaba su plan económico, los economistas
"serios" nos explicaban que íbamos
por buen camino, y que los ajustes y esfuerzos eran
necesarios para lograr buenos resultados en el mediano
plazo.
Cuando los tecnócratas del equipo económico
de Sorrouille, lanzaron en 1985 el plan Austral, los
economistas del establishment lo alabaron, porque hablaba
de lograr el equilibrio macroeconómico y de pagarle
a los acreedores externos, y por eso presagiaban un
futuro de éxito, al margen del esfuerzo inicial.
Cuando el gobierno de Menem comenzó en 1989 con
sus políticas de ajuste, y con la aplicación
de las medidas sugeridas por el Consenso de Washington
(desregulación, privatizaciones, apertura importadora),
el coro de economistas "serios" señalaba
que era el único camino posible para llegar al
primer mundo.
Cuando Cavallo lanzó el plan de convertibilidad
y vendió la ilusión de un país
que funcionara comprando todo del exterior y quebrando
su producción local, se podía crecer siempre
que se respetaran el equilibrio fiscal, aún a
costa de un creciente endeudamiento, los economistas
del poder y los grandes medios de comunicación
hablaron de una suerte de milagro argentino.
Luego vino Roque Fernández, con el cuento del
piloto automático y de los equilibrios básicos.
Después Machinea con la Alianza, y aplicó
un ajustazo en el año 2000. Más tarde
López Murphi que propuso más ajustes,
y luego retornó Cavallo, que siguió con
el mismo cuento: más esfuerzos y más sacrificios
(aunque no para todos).
En los últimos años, con el marco mundial
a nuestro favor, nos vendieron la idea de que íbamos
bien, que crecíamos como muy pocos países,
que nos sobraban las reservas de divisas, y que sólo
debíamos confiar en los salvadores de siempre
(ahora los K). A pesar de ese crecimiento, siguen vigente
los problemas estructurales que impactan sobre amplios
sectores de la población, como la pobreza, la
indigencia, las enormes desigualdades sociales, y el
deterioro sin fin de los servicios básicos esenciales
como la salud, la educación, la seguridad y la
justicia.
Así, sucesivos planes de ajuste y fases de reactivación,
eran presentados como la ilusión de estar en
camino hacia un nuevo mundo de prosperidad y progreso,
sólo que para recorrerlo había que tener
paciencia, y aceptar los enormes esfuerzos resultantes
de aplicar políticas económicas recesivas
y concentradoras, o mirar pasivamente cómo se
desaprovechan tiempos de excelentes oportunidades. Hemos
perdido más de treinta y cinco años, de
los cuales más de un cuarto de siglo han sido
en Democracia, y nos quieren seguir engañando
con los mismos argumentos: "Que la economía
es algo serio, sólo para unos pocos entendidos,
y hay que hacerles caso a los que saben porque de lo
contrario caeremos en el abismo".
Se trata entonces de terminar con ese cuento interminable,
de revertir la tendencia hacia la desintegración
y las desigualdades sociales, y de recuperar el protagonismo
de la gente, para construir una nueva economía,
humana y sustentable, como base de sustento de una nueva
sociedad que nos incluya a todos.
Para ello debemos reconstruir una visión alternativa,
con nuevos criterios y valores, que pongan a la ciencia
económica en su verdadero rol, como la disciplina
social que aporta en la comprensión de un aspecto
clave de la realidad: generar la base material para
mejorar la calidad de vida de la población. En
ese contexto el Proyecto de Extensión "Por
Una Nueva Economía, Humana y Sustentable"
de la Facultad de Ciencias de la Educación de
la UNER, organiza el Curso de "Economía
para Todos" que justamente pretende aportar elementos
básicos que permitan comprender la realidad económica
actual.
El mismo estará a cargo del Cr. Luis Lafferriere,
profesor titular de las cátedras "Economía"
y "Periodismo Económico" de la carrera
de Comunicación Social; tendrá una duración
de dos meses, se realizará en forma quincenal
los días viernes en el horario de 19,00 a 22,00
horas, dando comienzo el día viernes 30 de abril.
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